Con lo que está lloviendo hace ya varios años,
hay muchísima gente que no cree ni en la
política ni en los políticos, sin embargo sí parece que creen en los banqueros
y en los grandes empresarios (algo muy grave en democracia).
“El que no roba y esconde es por que no
tiene dónde”.
Este
refrán o estas frases, las vengo escuchando desde siempre y solían venir de
personas del mundo del trabajo en la
mayoría de los casos mayores que yo.
Haciendo honor a la verdad he de decir que no me hacía
mucha gracia escuchar estas palabras porque, según mi opinión, estaban llenas
de conformismo, convencidos de que el mundo era así, en el cual los chivatos y
los esquiroles formaban parte del sistema.
Aquella tranquilidad y naturalidad, no era otra cosa si no la parte
de la herencia cultural que la dictadura franquista estaba inculcando en la
clase trabajadora. Como ninguno era “tonto”, todos se daban cuenta cómo los
administradores y encargados de fincas despistaban lo que podían para su
beneficio personal. La consigna que tenían aquellos trabajadores y
trabajadoras, era muy escueta y muy claras a la vez: -Tú aunque veas los
borricos volar… ¡a callar! Y si alguna noche en las tertulias que los
verdaderos productores mantienen en la cocina del cortijo, alguien comenta: -El
aperador a “parío”- tú dalo
por hecho. Allá donde fueres… haz lo que
vieres…-.
Todo
el mundo sabía que aquellas malas artes que se utilizaban, a pesar de no ser ni
éticas ni legales, sí estaban, en cierto modo, autorizadas o al menos
permitidas, dependiendo de la escala de poder que cada uno tuviera.
Con
esta cultura impregnada hasta los huesos, y el miedo en los años de post guerra
civil, entramos a construir un sistema democrático diseñado a largo plazo. Con
el miedo antes mencionado pero con ansias de libertad empezamos a confundir ésta,
con el “todo vale”, como si estos fueran los ingredientes adecuados para construir los
pilares que deben sustentar un sistema democrático.
Algunos
partidos, como el PCE, para formar parte del arco parlamentario tuvieron que
renunciar a algunos de sus valores básicos y tragarse entre otras cosas una ley
electoral totalmente injusta diseñada para favorecer a las grandes mayorías.
Los
nuevos gobernantes ponen en marcha los vicios heredados del sistema dictatorial
y fíjense por dónde han salido tantos patriotas, como regionalistas
presuntamente convencidos y honrados, alguno de ellos hasta con títulos de honorable.
No
sólo el meter la mano ha sido la causa que ha podrido el sistema y ha creado el
desencanto generalizado de las ciudadanas y ciudadanos en su mayoría gente que
a perdido su empleo y otros que todavía no han llegado a encontrarlo, también
el sistema del enchufismo y otras corruptelas han hecho estragos; situación
esta, en la que se han ensuciado hasta los sindicatos de clase, que dicho sea
de paso: ¡vaya clase!
Da
rabia pensar que los efectos del conformismo, el pasotismo, el creer que ya
estaba todo ganado y la cultura del que no roba y esconde es por que no tiene
dónde, delegando con su voto todo el poder que les otorga la democracia en los
ganadores de las contiendas electorales, nos halla llevado a una situación más
delicada de lo que pensamos, de la cual no nos va a sacar ningún guaperas por
muy buenos perfumes que se ponga y por muchas veces que se desabroche la
chaqueta caminando con marcialidad.
No
son los lideres más o menos carismáticos, ni mucho menos las caras de las
personas las que nos van a sacar del pozo en el que nos han metido. La solución
pasa por cambiar las políticas y la forma de hacerlas, y no veo yo que Pedro
esté pensando en otra cosa que no sea en ganar las próximas elecciones
generales. O sea, -quítate tu que me ponga yo otro poquito de tiempo-. Pero la
intención de unirse a la verdadera izquierda transformadora y a las distintas
corrientes que promueven la regeneración de la llamada clase política en un
frente común donde esté representada toda la izquierda, teniendo como objetivo: SALVEMOS ESPAÑA, eso,
ni por asomo.
Si
recordamos ésta ha sido siempre la estrategia del PSOE: diciendo que son de
izquierdas pero argumentando razones de estado para no proceder de esa manera.
O sea, que la idea del aspirante a la Moncloa, por lo que se desprende de él
por el momento, es ofrecernos más de lo mismo o en caso extremo llegar a un
pacto de estado con el Partido popular
para salvar España.
Termino
esta reflexión diciendo que no todos los políticos son iguales, hay formaciones
políticas que dieron ejemplo luchando por una democracia con contenidos democráticos de verdad, con una
trayectoria ejemplar en todas las instituciones donde ha tenido oportunidad de
incidir, bien gobernando o con una oposición fuerte. Tampoco el efecto PODEMOS
es algo sólido como para pensar que con ellos llega la panacea. Porque esto sólo
es un fenómeno sin estructura orgánica nacido del rebote ciudadano al que sin
lugar a dudas ya se estarán acercando nuevos buitres, porque tengamos claro que
gente con coleta podrá haber muchos, pero no todos se llaman Pablo.